me abriste de arriba abajo
para entrar
y olvidaste cerrarme
al salir
nunca te interesó saber
lo que yo quería
ni qué perdía
con el sangrado
sé que creíste poseerme
pero no te engañes
nunca te dejé alcanzar mi alma
mantuve la mirada fija
en el techo
de todas formas
yo salí perdiendo
un poco de orgullo
y otro tanto del sueño
tú ingenuo
sigues pavoneándote
luciendo tu cresta
sobre la vacuidad de tu cerebro
donde no cabe la duda
Mantuve la mirada fija en el techo... ¡qué imagen tan dura y tan potente!
ResponderEliminarEl alma se entrega con la mirada (se puede abrir de par en par) y en algunos besos. Un abrazo
Confieso honestamente mi sobrecogimiento al leer tu acerado poema ¡Bravo!
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