Me he encaprichado de ti
lo confieso.
Me gustaría poder decirte
que me he enamorado
y te amo.
No por ti.
No.
Por mí.
Porque añoro
esa felicidad absoluta
en la que te crees capaz
de vencer cualquier obstáculo
por amor.
Pero sé muy bien
que no es amor,
es sólo adicción a tu cuerpo
lo que siento.
Y me cuesta aceptarlo.
Sólo es eso.
Ni me siento plenamente dichosa
ni noto cosquilleos en la boca del estómago
ni sonrío más de la cuenta
ni lloro menos de lo normal
en mí.
Eso sí
a la mañana siguiente
de tenerte dentro,
mis huesos se quejan
se sacuden dulces
la pereza y tu huella.
Lentamente despierto
resacosa de tu cuerpo
mientras busco
con mis dedos entre los labios
recuperar un hilo
del placer de anoche.
Noto mi sexo desvaído,
necesito ya otro trago
-es más fuerte que yo-
así que acudo a mi móvil
marco tu número
y te ruego que esta noche
volvamos a vernos.
En definitiva...hace bien, y eso es lo que importa...
ResponderEliminarUn abrazo.
Nada es reprochable en ese capricho si es aceptado por ambas partes en juego, ¿no?, siempre sera mejor en ese caso disfrutarlo.
ResponderEliminarUn beso, mar