Me acerqué hacia el Km 13 ( Gran Vía /Urgell) a eso de las 9:30 con mis perros, que aún no
habían salido, para animar a una persona que corría por primera vez su maratón.
Como ella, otros miles, llevaban todo un año entrenando, ilusionandos,
preparándose para el gran día. Hacía un mañana espléndida, con un sol
radiante que hizo subir las temperaturas hasta 24 grados. Hacía calor y en el
km 13 ya algunos iban cansados, sudando y sudando. Mi amiga me vio a mí antes
que yo a ella. Gritó mi nombre, chocamos manos y siguió corriendo... ¡Y yo con
ella! Admiro la fortaleza de esa mujer. En el estand de repostar, unos pocos
metros después, pedía agua... ¡se había acabado! Cogió los restos del hielo
derretido en las cajas donde antes había hielo y botellas y se lo esparció por
la cara y el cuello y siguió corriendo. ¡Qué bella imagen! "El próximo año
tú" me gritó con una sonrisa radiante de energía. Y yo le dije
"¡Sí!..." pero sin creer en ello. "No hables" le grité,
porque no quería que perdiera un ápice de energía hablando; que sé que se pierde mucha, lo sé. La
seguí corriendo durante dos o tres aceras... con mis perros; la vi alejarse y
aunque intenté alcanzarla de nuevo en el siguiente Kilómetro, ya no la volví a
ver hasta el final. Porque volví después a las tres horas y cuarto a la meta.
Estaba convencida de que la acabaría. Y por allí apareció hacia las 4 horas y
media (más o menos, no sé a ciencia cierta), callada, poderosa; me saludó con una sonrisa,
alguien le hacía de liebre... ¡Lo había conseguido! Y eso le guité: "¡Lo
has conseguido!"
Me maravilla la capacidad de algunos para salir adelante, para superarse. Yo
que me he rendido tantas veces en la vida por múltiples razones, yo que
desconfío de mí a menudo, admiro a estas otras personas que se superan a
sí mismas. Lo que ayer vi y viví en la Martón de Barcelona fue impresionante y
emocionante y me anima hoy a escribir aquí unas líneas.Vi a una pareja que
llegó a la meta cogidos de la mano; tendrían alrededor de 70 años. Vi gente que no
perdió el humor (y los vi en tres puntos de la carrera) y que llegaban con su
disfraz con una sonrisa espléndida, ¡con aquel calor! Disfrazados de sevillana,
de pingüino, de bailarinas... Vi a un hombre con tres o cuatro banderas (?)
que vete tú a saber lo que pesaban... Vi a gente llegar lesionada, con problemas
en las piernas; con problemas digestivos también los había... ¡Y acabaron!
¡Vencieron el malestar y/o el dolor!... Y lo más maravilloso que vi fue gente
corriendo empujando sillas de ruedas que llevaban a discapacitados. También me
emocionó ver la solidaridad de algunos corredores, que se ocupaban simplemente
de que otro corredor lo consiguiera, cediéndoles su hombro para apoyarse, o
poniéndoles levemente la mano en la espalda por detrás, a la altura de la
cintura. O simplemente se paraban a esperar a que el otro llegara; a animarle
con sus gritos... Lo más triste fue ver a un corredor mayor (60 y
tantos) que llegaba haciendo eses para desplomarse finalmente a pocos metros de
la llegada. Emocionante también, sobrecogedor, ver como otros corredores se pararon a
socorrerlo; nada pudieron hacer para que el sueño de aquel hombre se hiciera realidad. Espero que se halle bien de salud y todo quedara en un susto.
Hoy, he vuelto a correr; poquito, ¿eh? Dos kilómetros apenas, con mis
perros, casi dos meses después (21 de enero) de mi última carrera. El poder de
la mente no deja de sorprenderme. Si en aquella carrera me sentí derrotada y
una "m" hoy me siento feliz y capaz de, y una "G". Estoy
convencida de que en nuestra mente radica todo. Desde aquí mi más sincera
felicitación a todos los que ayer corrieron y, en especial, a esa mujer
poderosa y valiente Guerrera a la que tanto admiro y que me sigue enseñando a
ver y verme.
¡ En el correr y el rascar, todo es empezar !.
ResponderEliminarY la Maratón es toda una liturgia... acabar la primera es algo que jamás, jamás, vas a olvidar.