En el hospital, después de reconocer el cuerpo me dieron la
caja con todo lo que llevaba puesto cuando la encontraron. Yo no llegué a
tiempo para verla así, vestida con una camiseta azul y unos tejanos, llevando
aquellas bambas… Yo llegué demasiado tarde… Yo sólo vi su cara cuando el
encargado de la morgue levantó la sábana. Yo no vi su cuerpo suspendido en el
aire.
Y ahora, ya en casa, entro en su habitación y me siento en
el borde de la cama.Tengo la caja en mi regazo, la destapo lentamente, sin llorar, amando esos objetos que
recorro con cariño con mis manos. Detengo mi mirada en las bambas rojas y
contemplo que estaban demasiado sucias, con restos de fango y más... ¿Cómo
salió con estas bambas? ¿Por qué no me
pediste que te las lavara? ¿Cómo no me di cuenta? ¿Por qué…?
Las bambas me caben. ¿Recuerdas? Calzábamos el mismo número,
pero nunca nos intercambiamos zapatos. Estilos muy diferentes. Tal vez un día
baje a la calle con ellas; pero descuida, no pienso lavarlas. Así te siento más cerca hija.
(Aclaración para los del otro lado del charco: aquí llamamos "bambas" a todo tipo de zapatillas deportivas)
Qué difícil es ponerse en estas "bambas", creo que no estamos preparados para entender este ¿porqué?, dicen que es porque va "contranatura", yo pienso que es como si algo de tu alma se escapará con ese cordón umbilical interior que nos une...
ResponderEliminarMe alegra leerte de nuevo en los jueves :)
Un beso,
Gracias Matices,
EliminarSí, debe ser muy difícil ponerse en esos zapatos.
Un beso
En momentos tan terribles le da por empatizar con las bambas, luego vendra...
ResponderEliminarDoloroso retazo de realidad, una punzada en el corazón a modo de repoche en forma de zapato.
Marinita, cuando te pones de jueves en jueves, a salto de mata, das de lleno y emocionas. Te encontraba a faltar, pero tranqui, a tu ritmo.
Petonets molts.
Ay Natali, que me sacas los colores! Sigo a mi ritmo, sí. Ahora voy con el empujón de las buenas noticias de esta semana. Recibir el libro de los jueves ayer, supuso una inyección de adrenalina que ni te cuento!
EliminarPetonets marins
Hola Mar.
ResponderEliminarUna alegría leerte de nuevo. Dejas un relato cargado de emoción contenida. Eso, en la realidad, imposible de superar.
Un fuerte abrazo.
Lupe
Lupe,
Eliminarque hay de nuevo? Ya ves, yo por aquí, de vuelta a casa :) es que recibir el libro ayer fue un chute de adrenalina para volver, al menos este jueves.
Un fuerte abrazo.
Un relato directo al corazón, Mar. Es imposible no emocionarse y "calzar" esos zapatos. Buen trabajo guapa! Un abrazo!
ResponderEliminarA veces los padres nos olvidamos de ponernos en los zapatos de nuestros hijos, nos olvidamos de que nosotros también fuimos jóvenes adolescentes.
EliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo
Es algo tan fuerte, que es dificilísimo ponerse esas bambas; pero a lo mejor es la única manera de tenerla otra vez con ella.
ResponderEliminarEs verdad que es dificil ponerse en el lugar de nuestros hijos; aunque nosotros hayamos pasado por esto alguna vez.
Un abrazo
Un abrazo Carmen. Nunca nadie se puede poener del todo en los zapatos del otro, pero hay que intentar escuchar.
EliminarUn abrzo
Terrible relato. Será por la cercanía que me suena el hecho de saber que se trata de la hija de la protagonista (y yo tengo dos), pero tu historia me ha conmovido particularmente.
ResponderEliminarUn abrazo
Neo,
Eliminarla verdad es que al tener yo dos hijas y un hijo, me costaba escribirlo pero me puse en los zapatos de esa madre, de alguna manera. Y en los de la hija... pensé mucho
Un abrzo
Ah menos mal! ya estaba preguntándome que eran las bambas!
ResponderEliminarOh bue, que duro. Me pongo en lo zapatos de esa madre y supongo que el tamaño del dolor será infinito. Uno empezará a cuestionarse que tal vez si hubiera hecho esto o lo otro ... tal vez si hubiera estado mas cerca ... tal vez ... horrible.
En pocas palabras expresaste un millón de sentimientos.
un abrazo
Gracias Any; sí imagino que el dolor es infinito y el número de preguntas sin respuesta también.
EliminarUn abrzo
Siempre le quedará la sensación angustiosa de que si hubiera intercambiado con más frecuencia las bambas con su hija el devenir de los acontecimientos hubiera sido distinto.
ResponderEliminarSiempre es una satisfacción encontrarte y disfrutar con tus escritos,Mar.
Un abrazo.
Gracias Pepe, a ver si sigo con esta racha y voy escribiendo más, para aprender a escribir mejor. es la única forma.
EliminarJusto lo que expreas es lo que quería yo comunicar.
Con este relato exorcite uno de mis grandes miedos, que un hijo mío se suicide.
Siempre es un placer que me leas y comentees Pepe.
Un abrazo
Doloroso intercambio. Duro perder a un hijo. Me quedo sin palabras. ¿Cuanto daría esa madre por haber actuado de otra forma? Incluso su propia vida.
ResponderEliminarPara reflexionar.
Besitos y me gustó que volvieras
Gracias.
EliminarPerder a un hijo, tiene que ser sin duda, la más dolorosa experiencia de todas. Imagina si se trata de un suicidio. Gracias por tu acogida :)
Besos
Sentidito, sentidito...
ResponderEliminarDuro futuro para esas bambas y para esos pies que aún siendo del mismo tamaño, llorarán por dentro.
Buena forma de asomar tus sensibilidades por estos jueves de Dios.
Besos
Las bambas es lo de menos pero esos cuatro píes nunca más podrán aproximarse.
EliminarAlfredo, ha sido un placer volver y mucho se debe al subidón que me dio al recibir los libros ;) GRACIAS
Intentaré ser más constante, pero no puedo promneterlo. Besos
Yo creo que nadie que no haya pasado por ello puede ponerse en esas bambas, yo no me lo puedo ni imaginar.
ResponderEliminarTenemos que ponernos las bambas de nuestros hij@s y ver qué nos cuentan.
Un beso.
Sí, eso es lo que yo pienso, intentar ponernos en el lugar de nuestros hijos, recordar nuestra juventud, intentar empatizar, escuhar.
EliminarBesos
¡Hala! Gracias. lo que quería expresar además de la dolorosa experiencia es que hemos de intentar los padres, estar muy atentos, ponernos en los zapatos de nuestros hijos, tanto como podamos... para que nunca sea demasiado tarde.
ResponderEliminarUn abrazo y encantada
Mar que gusto tenerte, a tu ritmo, sí, pero tenerte. Otra visión, otro punto para tener encuenta. El tema que traes para mí, el que produce el dolor más inmenso. Expones y dejas que cada cual lo impregne de su sentimiento. Me gustó realmente.
ResponderEliminarUn abrazo (no tardes tanto)
Hola San,
ResponderEliminarno prometo nada pero fue un placer estar con vosotros esta vez.
Besos sonrisa!
Ay Mar, este tema me cuesta mucho digerirlo, la pérdida de un hijo debe ser algo devastador. No puedo ni pensar en eso, porque se me paraliza el corazón.
ResponderEliminarTu relato me hizo llorar, porque es tan nítida cada imagen que escribís y tus palabras tan claras, que pude sentirlo.
Un abrazo enorme.
El próximo (que no sé cuándo será pues empiezo curso intrensivo la próxima semana), a ver si me sale más cómico y te hago reír, ¿vale? ¡Un abrazo!
Eliminargracias mar por la aclaración jejeje... sin dudas un relato triste, lleno de angustia a esa madre. Me encantó porque me quedo pensando en que hay que decir las cosas mientras haya tiempo. en no callarse y en disfrutar la compañía de los más cercanos. un beso!
ResponderEliminarGracias Gastón por pasarte por estas mares ;)
EliminarHasta otra!
Un abrzo
Muy buena la óptica que se le da en el texto al título sugerido. Y beuno, el relato invita apensar.
ResponderEliminarPero lo que más me gustó fue la foto del mar. ¿Es el Cantábrico? (perdón si estoy pregunatndo un disparate)
Saludos
Sí, es el Cantábrico, es Asturias. Mi madre era de allí. Es justo la costa de San Esteban de PRavia.
EliminarNinguna pregunta es un disparate. El disparate sólo puede hallarse en las respuestas ("Juan de Mairena" Antonio Machado)
Eres de allí? Un saludo
No soy de allí, aunque me crié junto al mar. Soy uruguayo. Nunca en mi vida vi el mar Cantábrico, pero por la idea que tengo de él, sumado a que me apreció que eras española, se me ocurrió y quise salir de dudas.
EliminarSaludos
Me gusta verte de vuelta y ¡menudo relato!. Cuando esas bambas, cualquier tonto onjeto se convierte en símbolo para recordar a un ser perdido.
ResponderEliminarMuchos besos.
Juan Carlos, estoy de vuelta temporal. Una vez más he comprobado que es dificilísimo leeros a todos, comentar, y escribir cada jueves un relato. Pero hoy estoy aquí. Mañana no sé ;)
EliminarA mí me gustó estar en contacto con vosotros.
Besos
Esa madre convertirá esas bambas de su hija en objetos sagrados, asi como cualquier otro que la conecte a ella, los humanos cumplimos con esos rituales del dolor, se hace dificil ponerse en los zapatos de esa madre.
ResponderEliminarEmotivo relato Mar, se siente el dolor pausado con cada trazo tuyo.
Abrazo
Gracias por la aclaración de las bambas,ya iba a preguntar en el comentario. Emocionante relato, debe ser horrible para un padre tener que atravesar esa situación (la de reconocer el cuerpo en la morgue),es agregar más dolor al que ya existe. Ese retorno al hogar habrá sido de lo triste. Sinceramente, no me gustaría estar en esos zapatos...
ResponderEliminarSaludos desde Uruguay
La historia está tan bien narrada que parece real. Perder a un hijo debe ser una de las cosas más duras que le puedan suceder a una persona. Yo no soy madre, pero debe ser un dolor tan grande, tan inmenso... Esas zapatillas han pasado a ser algo más que una simple prenda de vestir para esa mujer. Conmovedor relato. Un beso.
ResponderEliminarUfffff, que duro, a veces cualquier pequeño detalle sirve para ayudar a sobreponerse a una perdida. Calzarse sus zapatillas bien puede ser un recuerdo homenaje permanente hacia su hija.
ResponderEliminarBuen relato, Mar, con sentimiento
Un beso