(He rescrito mi texto "Única salida". La presntación está corregida pero una vez más el blog ... )
(...) I choose
your
only way, my small inheritor
and
hand you off, trembling the selves we lose.
Go
child, who is my sin and nothing more.
“Unknown Girl in the Maternity Ward”,
Anne Sexton
(…) escojo
tu único camino, mi pequeño habitante
y te entrego,
temblando los yoes que perdemos.
Ve niño, que eres mi pecado y nada más.
“Chica desconocida en la Sala de Maternidad”, Anne Sexton
... this baby that I bleed
“The abortion”, Anne sexton
… este niño que sangro
“El aborto”, Anne Sexton
Julia tiene dieciocho años y una vida por delante. Hoy a
las tres y media de la tarde se dispone a subir a un taxi que las llevará a su hermana y a ella
al aeropuerto donde cogerán un avión con destino a Londres, donde pasarán un
fin de semana de cuatro días que devolverá a Julia con el vientre vacío del
hijo que espera.
Embarazada de doce
semanas exactamente cuando entre en la
clínica privada donde se le practicará el aborto, hoy, 21 de julio de 1981,
Julia espera un taxi. No levanta la
mano; no para el taxi; no coloca su equipaje en el maletero; no da la orden al
taxista; no contesta a sus preguntas. Sólo espera, cabizbaja. Lo demás lo hace
Carlota, su hermana mayor. Julia se limita a deslizarse dentro del taxi. Se
pone cómoda, se abraza la barriga, cierra los ojos y respira hondo. Se ha vuelto
a marear. La radio
anuncia que este fin de semana lucirá el sol en toda Europa y subirán las
temperaturas.
-
Y
qué, ¿de vacaciones? –comenta el taxista
alegremente.
-
Sí.
-
¿Y
se van para muchos días?
-
No.
-
¡Quién
las pillara! ¿Y adónde, si no es mucho preguntar?
-
A
París, nos vamos a París –se sorprende Carlota a sí misma diciendo una mentira.
-
Pues
con cuidadín guapas, que los niños vienen de allí, ¿eh?
Julia clava su mirada de asco
en el cristal que enmarca a un señor todo repeinado (¡ya decía ella que el taxi
apestaba a Agua Velva!) y que con cara de facha pervertido le envía un guiño.
¡Qué ganas tiene de decirle: “Pues mire yo el niño ya me lo llevo de aquí.
Bueno, la niña; que es una niña. Y no voy a París si no a Londres, porque hijos
de puta como usted no me permiten abortar aquí y cuando vuelva ya no habrá niña
que valga.” El agrio vuelve a subirle a la garganta y Julia baja la ventanilla
para tomar aire.
-
¿Está
usted bien señorita?
- ¿Estás
bien Julia? -dulce, su hermana se
inclina hacia ella y le pasa la mano con ternura por la frente sudorosa.
-
Sí,
ya se me pasa. Ya sabes que me mareo cuando voy en coche.
- Pues
si se marea en coche, ¿qué va a pasar cuando se suba al avión, guapa? – y le
envía una sonrisa más que pegajosa.
-
Nada,
no le va a pasar nada porque en el avión no se marea. Y usted atienda al
tráfico, no vayamos a tener un accidente. – Le asesta la hermana al taxista.
- Mire
señorita, yo en veinte años de carreras no he tenido ni un roce. Ni un roce,
que le quede claro. – se recoloca en el asiento- (...) Pues sí hombre. París es
muy bonito; la torre Ifel, la catedral ésa... la del jorobao... ¿Cómo se llama,
mujer? Bueno da igual, les va a gustar mucho. Mi cuñao fue allí pá Semana Santa
y dice que es una maravilla. Los gabachos y la comida, eso es arena de otro
costal. Ya se sabe que como aquí ná de ná. ¿Y allí qué? ¿Se quedan en casa de algún pariente? Porque
el Paco, mi cuñao, dice que los hoteles están carísimos.
- Mire,
por si no lo ha entendido bien, mi hermana está mareada y agradeceríamos su
silencio.
-
¡Bueno
mujer! ¡ Hay qué ver cómo se levantan algunas de desavorías! Si es que no hay
quién las entienda. A las mujeres en general, digo. Si se les habla porque se
les habla; y si no, porque no se les habla. ¡Anda, anda! Déjalo, déjalo Manolo, no vayas a liarla.
Y Manolo se hace caso y lo deja,
se calla. Durante lo que queda de trayecto hasta el aeropuerto todos van en
silencio. Julia intenta relajarse.
Piensa en lo que hará a su vuelta, liberada. En que dejará de tener hambre a
todas horas, sueño a todas horas, agrio a todas horas y mareos vergonzosos como
éste de ahora que la ciegan sin avisarla y que la hacen sentirse obligada a dar explicaciones.
Se imagina volviendo a
enfundarse sus vaqueros pitillo y contemplado cómo su seno ha vuelto a la 85 de
siempre. Sabe que el domingo cuando vuelva será la noche de San Juan y
Barcelona, toda ella, una fiesta. Supone que ya se encontrará bien y que podrá
salir con sus amigos. Hoy es jueves y se va a Londres y pronto todo habrá
acabado; todo, todo, todo. Todo, a la vez tan lento y tan rápido. El deseo, el
amor, el desamor...Un relámpago. El primer análisis, otro análisis,
ginecólogo, inyecciones de hormonas, una
tenue sombra en las bragas, y el vientre que se hincha y los senos que aumentan
tersos, y las bragas de nuevo blancas, ...
blancas, blancas, están blancas... un
desierto de angustiosa espera. ¿Anna, me dejas más dinero? Tengo que volver al ginecólogo, no me baja... ginecólogo, haremos
una ecografía.... ecografía, ecografía... no comas, bebe, bebe, me meo, me
mareo, pues sí, estás embarazada, ¿y ahora qué vas a hacer, guapa?, abortar, pues sí que lo tienes claro, las llamadas a
amigos, las confidencias, el apoyo, los ahorros de unos y de otros, los
exámenes finales en la uni, la conversación con su hermana, las llamadas al
extranjero, alguien que hable español por favor, su madre, las mentiras.... Todo
lentamente rápido, rápidamente lento. Ahora ya todo se acaba, ya está, y lo
siento, lo siento mi niña, lo siento, de verdad. Y se acaricia la barriguita que ya es muy
evidente, ¿cómo no se habrá dado cuenta mamá? ¿O sí? Julia, ¿no estarás embarazada,
no? ¡Qué tonterías dices mamá! Silencio. Ese silencio tuyo, mamá... Mejor no
ver, no saber, ¿verdad, mamá?
-
¡Pues
sí! ¡Menudo caravanón! Claro, con lo de San Juan ¡la de gente que se va! Y como
va hacer bueno... Van a pillar buen tiempo, señoritas.- Mira atrás, espera uno,
dos segundos, pero ninguna responde. ¡Eooo! ¡Pues menudas vacaciones van a
pasar estas dos! ¡Qué par de muermos! Una que a saber qué se ha tomado, toda la
carrera durmiendo; y la otra, con esa cara de entierro que me lleva...
Julia mantiene los ojos
cerrados. No quiere hablar, no quiere escuchar, no ver, no sentir. Sólo dormir
para despertarse ya en domingo, salir de marcha con sus amigos, celebrar San
Juan y olvidar, olvidar, olvidar... Siente como la luz del sol se le filtra
naranja a través de los párpados. Claridad, vacío. Y ahí reaparece ella, en una
habitación toda blanca, apoyada contra el marco de la ventana, desde donde
contempla la calle. Un hombre le sonríe desde el bar de enfrente y ella de un
saltito se mete para adentro. Siente vergüenza, se esconde. Se toca el vientre y se despide tiernamente
de su niña, aprovecha los últimos minutos para hablar con ella, justo antes de
que unas mujeres que hablan perfectamente su idioma, la acompañen muy
amablemente a una especie de sala de espera, donde la invitan a estirarse en
algo parecido a una camilla y le aconsejan que se relaje. Desde allí Julia
recibe palabras cariñosas, abrazos, besos de todas aquellas personas partícipes
de su secreto. Son las otras.
Pero en verdad, allí, en esa
antesala donde Julia esperará su turno al día siguiente de este viaje en taxi al
aeropuerto, no habrá nadie conocido, ni palabras de consuelo, ni el calor de un
abrazo, ni el rumor de un solo beso.
Sólo lloriqueos de otras mujeres, lamentos aislados, improperios lanzados al
vacío, silencios quejumbrosos, palabras distantes de un idioma que no entiende,
sintaxis huraña de aquéllas que luego empujarán la camilla en volandas hasta
hacerla chocar contra la puerta de plástico que le abrirá paso al quirófano - ¡Coño!
¡No sabía que aquí se abortara así!-. Y rápido, todo será ya muy rápido. La
pasarán a la mesa de operaciones; alguien le levantará las piernas, le abrirá
los muslos, le instalará los tobillos en las horquillas. Mientras, otro
alguien, le cogerá una mano, le cogerá la otra, sondeando cuál... la hurgarán –
sus venas finas y flexibles se niegan a sangrar...-. Relax. Una que se
deja, I’ve got it, clavan el catéter. Ready, miss?, y el sopor se
va instalando en su cuerpo. Everything’s
going to be fine, miss. Ya estamos, ya estamos, todo va a ir bien, se dirá
a sí misma, vamos a dormir mi niña, adiós, adiós... duérmete mi cielo, duérmete
ya o vendrá el coco y se te llevara... Te quiero mucho mi vida, no lo olvides.
Siempre te llevaré en mi vientre, en mi memoria, en mi vida. Perdóname, cielo,
perdóname, mi niña. Éste es tu único camino. Tómalo, hazme caso, mejor así. Mamá te querrá siempre...
Mamá...
- Ya
llegamos señoritas. Bueno aquí les va bien, ¿no?
- Sí,
sí. –Carlota, se siente tan aliviada de poder perder de vista a este hombre,
que entona la afirmación con alegría.
- Pues
hala vamos a bajar los bultos…
Carlota despierta suave y dulce
a Julia antes de bajarse del taxi que las ha traído hasta el aeropuerto para
puntualmente coger el avión que la llevará a Londres donde al día siguiente, en
una clínica privada, interrumpirán el embarazo de 12 semanas de su hermana Julia.
(A RAQUEL)
(A RAQUEL)
Uf, que duro! Muy bien contado.
ResponderEliminarViniendo de ti, es un gran piropo!!!!!!!! Gracias Belén. Feliç Any Nou!
ResponderEliminarYa sabes que soy una gran admiradora de tu prosa
ResponderEliminarTe releo con gusto.
ResponderEliminarYa lo habías leído?
EliminarComo la vida misma y trasnochada a la que hemos vuelto, mientras ellos y la iglesia son los verdaderos culpables.
ResponderEliminarLo siento, tu relato me despierta de nuevo la indignación, y yo venía a desearte mucha felicidad y que se cumplan tus deseos en el 14.
Abrazos.
Isabel, lo siento yo si te revolví. Yo el día que lo volví a colgar, estaba muy indignada. Es un gran paso atrás el que ha dado este país. De todas maneras, recibo igualmente agradecida esos buenos deseos tuyos. Para ti también. Abrazos
EliminarMar, Feliz 2014 que sea un año de muchos exitos y mucha salud. Un abrazo
ResponderEliminarPara ti también. Un abrazo!
EliminarCreo firmemente que para ninguna mujer es plato de buen gusto deshacerse del feto que crece en su interior. Con la misma convicción creo que han de ser ellas y nadie más que ellas quienes tomen la decisión última sobre la interrupción de su embarazo. Pienso además que ha de ser un momento durísimo para cualquier mujer y que su recuerdo la acompañará siempre. Todo esto lo reflejas, como siempre, fenomenalmente bien en tu relato, Mar. Es indignante como un simple Decreto puede dar al traste con años de lucha por la conquista de una maternidad responsable.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Mar.
P.S. Te deseo un muy Feliz año nuevo.
Gracias Pepe por leerme y comentarme. Sin duda es una experiencia durísima para cualquier mujer. De manera más o menos consciente. A veces aunque pueda parecer un simple trámite facílismo, el dolor de esa experiencia sigue latente siempre. abortar de manera escondida, ilegalmente es doblemente traumático, creo. Un abrazo Pepe y Feliz año para ti también.
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