domingo, 27 de noviembre de 2011

MELANCHOLIA, de Lars Von Trier









 OPHELIA, por John Everett Millais




Inicialmente denominada melancolía (del griego clásico μέλας "negro" y χολή "bilis") y frecuentemente confundida con ella, la depresión (del latín depressus, abatimiento) es uno de los trastornos psiquiátricos más antiguos de los que se tiene constancia. A lo largo de la historia se evidencia su presencia a través de los escritos y de las obras de arte, pero también, mucho antes del nacimiento de la especialidad médica de la psiquiatría, es conocida y catalogada por los principales tratados médicos de la antigüedad. El origen del término melancolía se encuentra, de hecho, en Hipócrates, aunque hay que esperar hasta el año 1725 en el que el británico sir Richard Blackmore rebautiza el cuadro con el término actual de depresión.  Hasta el nacimiento de la psiquiatría científica, en pleno siglo XIX, su origen y tratamientos, como el del resto de los trastornos mentales, basculan entre la magia y una terapia ambientalista de carácter empírico (dietas, paseos, música...), pero con el advenimiento de la biopsiquiatría y el despegue exitoso de la farmacología pasa a convertirse en una enfermedad más. De hecho el éxito de los modernos antidepresivos ha reforzado el mito del fármaco de la sociedad occidental del siglo XX. La medicina oficial moderna considera cualquier trastorno del humor que disminuya el rendimiento en el trabajo o límite la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea o no conocida, como un trastorno digno de atención médica y susceptible de ser tratado mediante farmacoterapia o psicoterapia. (Wikipedia)

La película de Lars Von Trier es sin duda una obra de arte que cuida con meticulosidad todos los aspectos visuales y de audio. Hay momentos en que me parecía estar asistiendo a  una ópera (la música principal es de la ópera de Wagner “Tristán e Isolda”), o a un espectáculo de ballet (al principio de la película). En otros me parecía estar en un museo. No sólo en la escena en la que la protagonista cambia los libros  expuestos en la biblioteca de la mansión de su hermana y que contienen cuadros abstractos por aquellos que muestran pinturas románticas. No sólo esa escena es un canto a las artes pictóricas. Algunos fotogramas de la película son verdaderos cuadros  en movimiento que, por otra parte, recuerdan a cuadros famosos. Por ejemplo, ella flotando en el río con su vestido de novia y el cuadro de “Ophelia” de Millais.
En cuanto al tema, el director ha declarado que él mismo es un melancólico. ¿Sólo un melancólico podría tratar con tanta precisión el tema? No lo sé. Pero desde luego él lo borda; sabe de que habla.  El ritmo que imprime a la película es el mismo ritmo de la melancolía; lento, ligero pero a la vez pesado. Ahoga.   El estado melancólico es fuerza presente; es una sombra que lo ilumina todo por segundos, pero que a la vez lo revela todo permanentemente oscuro. La imagen es nítida y densa, plagada de detalles, enmarañada como el pensamiento melancólico, donde las visiones de pasado, presente y futuro se enredan en un sentimiento de tristeza que todo lo abarca. Como esas grises telarañas, que atrapan pies y piernas de la protagonista impidiéndole caminar por la vida. La melancolía duele, es palpable, como cualquier dolor físico.
La película se abre con una serie de fotogramas del fin del mundo, que se encadenan como en un ballet y que luego descubriremos qué lugar ocupan en la película. Después hay dos partes “Justine” y “Claire” El argumento de las dos partes está, a mí parecer, al servicio del gran tema, el estado, la emoción y/o la enfermedad de la melancolía. La primera parte trata de la hermana melancólica y su boda que no es más que un intento desesperado para entrar en la vida en vez de quedarse fuera por añoranza, comenta el director. Por eso quiere casarse, e intenta ser feliz y sonreír. Pero la duda y la melancolía se apoderan de ella a lo largo de su boda. La segunda parte se ocupa de la cuenta atrás hasta el fin de nuestro mundo. La colisión del planeta Melancholia con la Tierra no es, en mi opinión,  el tema de la película como algunos han dicho, aunque como una luna llena melancólica e influyente, el planeta azul se convierta en un símbolo, un elemento paralelo a la protagonista que atrapada en su visión,  acepta ese fin del mundo con tranquilidad (a diferencia de su hermana "normal") pues no deja de ser una verdad liberadora, frente a todo el sufrimiento humano.




2 comentarios:

  1. Mar marinita, me lanzo a verla en cuando pueda.
    La “Ophelia” de Millais me vuelve loca, vi esa pintura en una expo puntual en Madrid, esos pintores románticos me ponennn y mucho.

    AHORA MARINITA, ESTOY MELANCOLICA Y TRINO, ME INDIGNO,pásate si puedes de nuevo por mi entrada sobre la violencia sexista, ayyyyy, menudo comentario me ha hecho el machista de turno, le he respondido quedándome agotada. ¿Me lo he tomado demasiado a pecho?
    Va a costar con sujetos como ese, tengamos ánimos y no callemos.
    Petons una mica enfadats pel que acabo de dir-te, amiga meva, ens veiem quan estigui una mica millor i baixi a Barna.

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  2. Para mi hay una gran diferencia, la depresion es un estado en el que nadie esta a gusto, a sea por la causa que sea, en cambio creo que la melancolia es aquel estado en que se siente cirto disfrute en la vivencia de la tristeza.
    Un beso

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