jueves, 30 de septiembre de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO : MENTIRAS

- Juanjo, ¿me quieres?
- Ya sabes que sí, mujer. ¿Y tu a mí?
- Pues claro.
- Es que...
- ¿Qué pasa?
- Es que... es que ya no hacemos el amor como antes... ni tanto como antes...
- Pero Luisa que ya no somos unos jovencitos... es normal, vamos muy cansados... ya sabes todos los problemas que tengo en el trabajo... y la hernia...
- es que sólo lo hacemos los sábados... y a mí eso me quita... ya sabes... es que es muy matemático... y siempre lo mismo...
- Pero, ¿no te gusta?
-Sí... pero ¡siempre lo mismo!
-¿Pero tú me quieres?
-Sí, claro que sí. ¿Y tú a mí?
-¡Pues claro! ¿No te lo he preguntado yo a ti primero?
-Valeeeee... Acuérdate que mañana hay partido del Barça y me han invitado al Camp Nou.
-Sí. Yo me iré a dar una vuelta por el centro. Venga, ¡a dormir!
- Buenas noches, mi vida.
-Buenas noches.
Cada uno se gira hacia el lado opuesto de la cama de matrimonio que hace diez años que comparten. Ella nota las duricias de los talones de él en sus pantorillas y en un acto reflejo se aparta. Mientras, él se siente aliviado, pues así, estando más lejos, parece que no le llega tanto el olor a fritanga y pescado que ella desprende.

"¡Ay, Isabel!", piensa él.
"¡Ay, Roberto!", suspira ella.

Más mentiras en casa de Gus.

AUTOCRÍTICA: Después de releído este texto que ayer dejé aquí colgado, me doy cuenta de que hay errores que dificultan el saber quién es quién en el diálogo. Por otra parte, el comentario de una de vosotras me hace pensar que no se entiende lo que quiero decir. Así que o lo olvidamos o lo rescribo. Porque lo que tengo claro es que yo quería hablar de un matrimonio hastiado y desafortunado como tantos, donde  el amor agoniza mientras el cáncer de la mentira avanza. Definitivamente no me gusta mi texto; se nota el poco tiempo invertido en él.

martes, 28 de septiembre de 2010

Y MAÑANA...

y mañana huelga me declaro en huelga de todo todo menos de luchar contra injusticias que aunque ahora unos digan que es tarde nunca es demasiado tarde para solidarizarme con los más desafortunados de vibrar de seguir emocionándome con un verso llorando por lo que remueve en mí una canción de todo menos de amar mañana que es mi cumpleaños y que ella no estará por primera vez en mi vida para felicitarme y mimarme y preguntarme qué quieres que te regale como cada año últimamente con los ojinos tristes pues ya no podía regalarme lo que quería regalarme alegría y vida mañana día de la huelga en este otoño un otoño frío donde el amor una vez más agoniza


lunes, 27 de septiembre de 2010

QUIZÁS NOS LO IMAGINAMOS TODO



Quizás nos lo imaginamos todo.
Nos lo inventamos todo.
Lo soñamos todo.

Y no contemplé ni olí
tu cuerpo cansado,
y no escuche tu verso amoroso,
y no rocé
la herida de tu alma.

Quizás nos lo imaginamos todo.
Nos lo inventamos todo.
Lo soñamos todo.

Acaso no reseguiste
perfiles, apéndices,
cicatrices mías,
con la mirada.
Acaso no te cobijaste
en mis huecos.
Acaso no atendiste
mi susurro de socorro.

Quizás nos lo imaginamos todo.
Nos lo inventamos todo.
Lo soñamos todo.

Dime que no lo hicimos.
Que no nos amamos
con palabra, cuerpo y alma,
para que yo despierte
y salga de este hermoso sueño.

Para que yo despierte
y salga de este hermoso sueño,
dime que todo o nada
nos creímos.
Tan ensimismados en el recuerdo
de lo que nunca tuvimos.
Tan enamorados de Amor
como dos adolescentes.

Para que yo despierte
y salga de este hermoso sueño,
dímelo suave al oído:
Nos lo imaginamos todo.
Nos lo inventamos todo.
Todo lo soñamos.

Y yo saldré de tu sueño
y tu del mío.


domingo, 26 de septiembre de 2010

MARTA Y SU MÚSICA

Y bueno, faltaba ella... Ya desde hace tiempo que me digo, hoy, de hoy no pasa... (Perdóname Marta). Hablé de mi hijo Daniel, de mi tercera hija Anna porque coincidió que era su cumpleaños. Y... faltaba Marta.  Dicen que los del medio, siempre se llevan la peor parte. A veces pienso que es verdad, que Marta se quedó con un poquito menos, pues Anna, la tercera, llegó en  seguida. Sólo se llevan catorce meses. Pero luego me convenzo de que no. Sé que no. Quiero a Marta como a mis otros dos hijos, con todo mi corazón.
Bueno, pues os presento a Marta. Tiene diecisiete años y es alegre, tranquila, conciliadora, cariñosa, valiente... Muy inteligente y bella. Estudia primero de Bachillerato Científico. ¿Su asignatura preferida? "Ciencias de la tierra". Es una superdotada para todo tipo de máquinas... Me explico; ella coge un aparato nuevo que yo no tengo ni idea cómo funciona y ¡abracarabra...! Funciona... Me ha reparado más de un artefacto, se lee las instrucciones de los nuevos y luego me lo explica, y por supuesto con el ordenador lo maneja que da gusto.  Le gusta la reposteria, sí, cocinar pasteles y poestresen general, con lo cual honra a su nombre (sabéis la historia de Marta, ¿verdad?) y lo hace de fábula. Sus aficiones: la música, el cine, y salir con sus amigos, ¡claro!
Desde su primer día Marta me inspira ternura y paz. Por eso a veces,  la llamo "mi baby Sophie" en recuerdo de una muñeca que tuvo. Me encanta ver películas con ella y comentarlas luego. La última que vimos juntas "The original", creo que se llama, con Leonardo di Caprio, a mí no me gustó nada y a ella sí. La que sí recuerdo que me encantó y a ella también, fue "Posdata: Te quiero". Es que me parece que en eso nos parecemos. Somos unas románticas. Además, las dos estuvimos con la family en Irlanda en agosto de 2008 y esa película nos recordaba muchas cosas. Por cierto, el itinerario del viaje a Irlanda lo organizamos entre ella y yo.
Os dejo con una pieza de una cantante que a ella le gusta y que me descubrió. Ahora a mí también, la verdad.

sábado, 25 de septiembre de 2010

A VECES EN CLASE...


OCUPAS EL AULA


Primer día de curso.
Vértigo.
Están en el aula
esperándome,
y yo muerta de miedo.

Vértigo.
Tengo que entrar.
Deseo gustarles.
Saber enseñarles.
Aprender
con y de
ellos.

Primer día de curso.
Ya están ahí.
Entro.
Alguien me observa,
percibo.
Y entonces te veo.
Ahí estás tú,
mirándome,
invadiendo el que
se supone mi espacio
y el de ellos.
Ocupas el aula.

Te escribes
en la pizarra,
te traspapelas
en mis fotocopias,
paginas el libro.
Ocupas el aula.



Aparece tu sonrisa
en mi boca
cuando el alumno dice
“tan mucho”
en lugar de “tanto”.
Mi voz no le corrige.
Es la tuya
desde mi boca.
“Tanto”, no “tan mucho”.
Paciente se lo  explicas
con el ejemplo:
“¡Te quiero tanto!”.
Tu voz
en mi garganta,
en mis oídos
tu verso.

que todo lo ocupas,
hoy en mi clase
sé que me observas.

que hoy
que no me ves
me estás mirando.

que ocupas el aula
con tu ausencia.






viernes, 24 de septiembre de 2010

miércoles, 22 de septiembre de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO: HIJOPUTA



-Hijo puta, pásame un boli.

La profesora se queda unos momentos con la boca abierta. Se da cuenta y la cierra. Le llama la atención al chico que ha insultado a su compañero de mesa:
-Pero hombre, no trates así a tu compañero, ¿no?

A éste no le da tiempo a reaccionar, que el otro aclara:
-No, seño… Si mi madre es puta.

Esa fue una de las muchas anécdotas que tengo de un par de semanas en un instituto. Los chavales, no lo recuerdo bien, eran de primero o de segundo de ESO. Decidí que no podía seguir allí, en aquel instituto de atención preferente. No estaba preparada. Nadie me había enseñado estrategias para llegar a unos chavales así, para motivarles de alguna manera, para captar y retener su atención, para poder explicarles algo, para que se sintieran satisfechos por aprender algo y volvieran… Renuncié y salté de las listas de substituciones.
Por suerte, volví a tener una oferta de la Universidad Autónoma de Barcelona donde ya había trabajado; y otra y otra. Hasta que me hicieron fija. Ahora estoy en los Servicios de Lenguas de la UAB. Enseño español para extranjeros o inglés. Normalmente español para extranjeros, pues es mi preferencia. La mayoría de mis estudiantes son universitarios, de diferentes facultades, que están en la segunda parte de su carrera y que vienen a España con una beca Erasmus. Pero también tengo alumnos de máster o profesores universitarios que están realizando un intercambio. Es muy raro encontrarme malas actitudes en el aula y, por supuesto, nunca he visto nada como lo relatado al principio de esta entrada. El ambiente suele ser muy agradable
Los alumnos vienen con ganas de aprender y aprenden rápido. La mayoría ya habla dos lenguas y muchos tres.
¿Lo mejor de mi trabajo? Dos cosas. Una, viajar por todo el mundo. Como son clases muy comunicativas, tienen oportunidad de explicar en clase cosas de sus países, de su cultura y de su lengua. Por esa razón, de alguna manera, he estado en Canadá, en Zimbawe, en India, Pakistán, Marruecos, Turquía, Grecia, Siria, Israel, Palestina, Italia, Portugal, Noruega, Finlandia, Estonia, Croacia, Kirguizistán, Alemania, China, Japón, Corea del Sur, Tailandia, Guatemala… Y estos sólo son ejemplos.
La segunda cosa que me encanta, es verlos aprender. Ver cómo su vocabulario, sus frases, sus textos crecen y crecen y cómo lo celebran cuando se dan cuenta, lo bien que se sienten.
¿Habéis visto la película “Una casa de locos”? Su título original es “L’auberge espagnole”. Bueno, pues va sobre la experiencia “Erasmus” de un chico francés en Barcelona. Es bastante divertida. Si la veis, esos son los alumnos que tengo. Bueno, están muy estereotipados en la película… Pero algo de verdad hay en todos los estereotipos.
Soy muy afortunada.

Me gustaría añadir qué:
La labor que realizan mis queridos colegas profesores de primaria y secundaria es tarea muchísimo más difícil que la mía. Requiere de una formación, de una voluntad, y de una energía, en ocasiones sobrehumanas. Por ello creo imprescindible para que dicha tarea se realice mínimamente bien, vocación. Mi más sincero agradecimiento a todos aquellos buenos  maestros y profesores que me han enseñado en la vida y han enseñado a mis hijos y a otras personas. 
Para aquellos que de alguna manera me/nos pusieron obstáculos, nos frustaron, nos ridiculizaron, nos bloquearon, nos robaron la autoestima, la valentía, la fe, etc, mírenme bien: sí, soy yo.




Y otros trabajos en el blog de Gustavo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

¿QUEDAMOS EN MI PRÓXIMA VIDA?

Si te parece bien
quedamos en mi próxima vida.
Noche de luna llena
brisa de verano
a las nueve o
nueve y cuarto
en una cala
para amarnos.

Si te parece bien
nos vemos en mi próxima vida.
Yo neuróloga destacada,
para curarte el alma
llegaré a ti desnuda
no sé cómo,
pero sabrás que soy yo,
no lo dudes,
por mi caminar
firme y alegre.

Si te parece bien
nos encontramos en mi próxima vida.
Tú poeta enamorado de Amor,
para regalarme versos
vendrás a mí desnudo
no sé cómo,
pero sabré que eres tú,
no lo dudes,
por tu porte
generosamente tierno.

Si te parece bien
quedamos en mi próxima vida.
No necesitamos mucho:
Un poquito de mar
un bastante de cielo.
Cerebro, corazón, piel,
de eso ya tenemos.
Pero acuérdate de llevarte,
yo así lo haré,
mucho, mucho tiempo.
¿Vale, mi amor?
Pues eso.
Quedamos para
ser, estar,
vivir
en mi próxima vida,
felizmente.
A las nueve o,
mejor,
nueve menos cuarto
noche de luna llena
brisa de verano
cala solitaria
para amarnos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La escuela de Marina.

La escuela de Marina no me gusta, bueno el patio sí, pero dentro no. Y ella, a ella le tengo miedo. Es vieja, grande, gorda y fea, con una verruga en la nariz. Ahora no sé si tiene pelos o no, porque claro si me la quedo mirando se puede enfadar y por eso casi no le miro a la cara. ¡Y la lengua! Tiene una lengua gorda y roja que se le ve a veces cuando nos ayuda a limpiar las pizarras. Porque yo tengo una pizarra, bueno en Asturias le llaman encerado. En casa, cuando lo cojo, lo paso muy bien porque escribo lo que quiero, o pinto, y no hago cuentas y cuentas y más cuentas. Pero en la escuela no, no me gusta. ¡Siempre cuentas! Tengo mucho miedo a equivocarme, pues me da mucha vergüenza cuando Marina me corrige y se enfada conmigo delante de todos, que me dice que si sólo hay serrín en mi cabeza y me da golpecitos ahí, en la cabeza. Y eso sí, ella te equivoques o no, te lo tiene que escupir. El encerado, digo. Ella nos ayuda así a limpiar el encerado. ¿Y por qué nos tiene que ayudar si yo ya tengo saliva suficiente? Pues bueno, nos ponemos todas las niñas en fila y una a una pasamos por delante de la maestra, para que nos corrija las cuentas y nos ayude con su escupitajo. Borrar, borramos nosotras, eso sí.
Luego están las lecciones de historia que me cuestan mucho. Es que no entiendo lo que quieren decir algunas palabras. Creo que es por eso que no se me quedan. Marina quiere que nos las aprendamos de memoria. ¡Y son tan aburridas! Ahora nos toca esa de “Almircar Barca había traído consigo a un hijo suyo que fue el famoso Aníbal. En Cádiz ante el altar de Hércules juró odio eterno a los romanos, juramento muy conforme con las inclinaciones de éste y el cual cumplió fielmente...” Lo de Cádiz se me quedó enseguida porque el padre de mi padre es de Cádiz pero ya veremos cuántos días tardo en aprendérmelo todo…
¡Y tanto coser y rezar! Todos los sábados por la mañana tenemos que rezar con Marina por los comunistas, para que salgan del purgatorio. Y si eran tan malos, ¿por que no fueron directamente al infierno? Marina dice que como Dios es tan bueno les hizo ese favor, el del ir al Purgatorio. Pero yo, en el pueblo, por ahí, he oído que no eran tan malos... Será por eso que están en el purgatorio y no en el infierno. Porque vaya, no creo que Marina se equivoque, ¿no? Cuando le pregunto a mamá o a abuelita, dicen que tienen mucho trabajo y que de mayor ya lo entenderé. Me tienen frita con lo de que de mayor ya lo entenderé. Es como lo del abuelito que nunca quieren explicarme cómo se murió, en la guerra, que fue en la guerra. El caso es que no me lo explican y yo sigo rezando todos los sábados y lo paso fatal. Me imagino una cola tremenda de hombres y mujeres a las puertas del cielo pidiendo piedad a San Pedro, para que los deje entrar y descansar en el cielo. ¿Dios no es tan bueno? ¡Pues que los deje entrar ya! ¡Qué ya han pasado muchos años desde que se acabó la guerra!
La labor de costura no me va a dar tiempo a acabarla y no sé si mamá se enfadará. A mí sólo me gusta el trozo que he bordado con la ratita presumida que está barriendo la escalera... ¡Con lo bien que cose abuelita! Marina dice que como hablo mucho no estoy por la labor. Pero es que si no hablo me entra el sueño...
Sí, lo mejor de la escuela de Marina es el patio; allí me lo paso muy bien.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

jueves, 9 de septiembre de 2010

ESTE JUEVES NO HAY RELATO. PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS JUEVES.

Chic@s, lo siento, este jueves no hay relato. No tengo más excusa que mi vuelta al trabajo y mi cansancio. Y veo difícil que pueda colaborar con asiduidad en el futuro, pero de vez en cuando...

De momento os dejo con una de mis músicas preferidas. Que la disfrutéis.



sábado, 4 de septiembre de 2010

EN LA FIERA DISTANCIA DE TU CUERPO

 

 
 

         Con mis manos tu deseo resigo,

rastro de saliva y fuego aliviaron
cicatrices que otros abandonaron.
Tu devota lengua allí fue testigo.

Con mi deseo tus dedos persigo,
esos rayos de luz que calentaron
cavidades que varios despreciaron.
Tus solícitas manos yo mendigo.

Y ahora que todo es incertidumbre,
en la fiera distancia de tu cuerpo,
tu voz rastreo, cual hábil sabueso.

Mi mente vuelve a aquel instante cumbre
donde codicioso mi hambriento cuerpo
alimentó su sed de carne y hueso.

 

 








viernes, 3 de septiembre de 2010

"CUANDO DESPIERTEN", CAVAFIS.



CUANDO DESPIERTEN
Trata de guardarlas, poeta,
por más que sean pocas aquellas que se detienen.
Las visiones de tu amor.
Ponlas, medio ocultas, entre tus frases.
Trata de retenerlas, poeta,
cuando despierten en tu mente
en la noche o en el fulgor del mediodía.

PRIMERA Y ÚLTIMA DESPEDIDA

El que ha tenido frío de pequeño, tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca. El mundo, J.J. Millás.


¡Por fin!, pensó asomada a la barandilla con las manos atenazadas al frío hierro; el pecho y la cabeza colgando vertiginosamente desde aquel séptimo piso. El taxi allí abajo, pequeñito, y ellos, diminutos obstáculos que empequeñecían a medida que se alejaban rumbo a una despedida eterna. Despegó una mano instantes de segundo para dibujar un adiós, seguramente invisible a los de la calle, y se metió para adentro con una sonrisa traviesa ajena a una de las mayores tragedias de su vida. Ignorante de todo lo que Tatá había significado y significaba para ella, aque-lla Raquel de casi trece años, no quiso sentir cuánto sufría. La cortó de cuajo co-mo el cuchillo de un carnicero separa fría y mecánicamente una lonja del muslo de la ternera. Así pudo montarse su pequeña aventura de adolescentes, subién-dose a casa a algunas amigas y al primer chico, el primero que entraba en casa. Mientras, los otros, enterraban a Tatá.

Treinta y cuatro años más tarde, la memoria de Tatá llega a ella, Raquel, más viva que nunca. La sonrisa de aquella mujer se ha dibujado en un hombre prácti-camente desconocido que la ama humanamente enajenado. Este hombre, hoy, al darse a ella, al abrazarla con toda su ternura y deseo, la ha desnudado de sus miedos, de su hoy, de su pasado más reciente y la ha devuelto al balbuceo de sus dos años. Raquel no sabe por qué ni cómo la imagen de ellas dos juntas se ilumi-na en las pupilas de él, encendido, entregado al juego amoroso. Sangre de ama-polas fluye entre los dos cuerpos mientras Raquel, asombrada, siente reabrirse antiguas heridas de su alma. En segundos recobra aquel pedazo de su vida y, asustada, empieza a temblar en llanto. Entonces, él deja de moverse sobre ella para, comprensivo, escucharla:
Llora susurra él, llóralo todo.

Raquel desentierra el recuerdo de aquella mujer. Se sosiega poco a poco, mientras le cuenta a él.

Tatá siempre estaba allí para ella, para cuando ella quisiera. Fue su refugio mu-chos días de batallas domésticas en casa de sus abuelos, donde vivía desde que nació. Desde que aprendió a caminar, la niña se escapaba hacia la puerta y re-clamaba a la vecina. Raquel tardó en caminar, pero en hablar, mucho más. Em-pezó a hablar con casi tres años y como no sabía pronunciar el nombre de la ve-cina, la bautizó Tatá. De hecho rebautizó a toda la familia. Al marido (¡esta niña es muda!), le puso Amó, y a la hija de ambos (¿pero ya está aquí otra vez esta ni-ña?), Naná. Aquélla era la familia de vecinos que vivía en el cuarto primera: Tatá, Amó y Naná. La familia de Raquel, abuelos, padres, hermano, tíos y primo, habi-taban el cuarto segunda, aquella casa en aquel edificio histórico de la calle Mun-taner que permanecía anclada en la guerra del 36. Aquella casa era un polvorín. Cuando empezaban los ataques entre su tía y su abuelo, “¡fascista!”, “¡cállate ro-ja!”; cuando la abuela amenazaba con tirarse por el hueco de la escalera “¡no puedo más, no puedo más! ¡quiero morirme!”; cuando el abuelo gritaba “cállate ya mujer, la que se ha de tirar es la bruja de tu hermana”; cuando su madre se iba a llorar su desgracia al Pasaje de la Merçè… Raquel niña, se iba para el cuarto primera, a mecerse en la cama con Tatá. O cuando su madre salía a comprar. O cuando tenía frío. En casa de los abuelos siempre hacía un frío helador. ¡Y tantas, tantas veces esa niña sintió frío! ¡Y tantas, tantas veces Raquel niña se sintió sola!... Y papá no estaba... Papá trabajaba en un barco, era marino y siempre es-taba en la mar, trabajando, ganando mucho, para que todos fueran felices... Así que Raquel adoptó a la familia del cuarto primera, sin saberlo.

En casa de Tatá había calefacción, una estufita de carbón de las de entonces, que calentaba desde el recibidor toda la casa. En casa de Tatá no hacía frío. Además, había unas enormes cajas de galletas, unas galletas deliciosas y Tatá le dejaba coger las que quisiera. También, le dejaba sentarse al escritorio del marido, en la habitación de enfrente, rodeada de lápices, bolígrafos, plumas, gomas de borrar de aquellas con escobilla... Papeles, tarjetas, postales, sobres... y una tortuguita de metal que le volvía loca porque si le tocabas la colita, que se movía de arriba a abajo, emitía un sonido como el timbre de la recepción de un hotel. Tatá le dejaba tocar todo a su antojo pues tenía plena confianza en ella. Allí la niña se encon-traba en el país de sus sueños, en la casa y con la familia de sus sueños.

Allí se pasaba horas y horas Raquel. Aún no iba al colegio y rara vez acompañaba a comprar a su madre pues ésta le daba a escoger y, por supuesto, siempre es-cogía quedarse con Tatá. No le importaba que aquella mujer fuera una enferma de riñón y que tuviera que pasarse el día en cama haciendo reposo. Si no estaba sentada al escritorio, desde donde se veía la cama de la habitación de Tatá, Raquel se estiraba al lado de la enferma y se abrazaba al cariño de ésta. Allí nunca hacía frío.
¿Otra vez aquí esta niña? ¿Pero cuántas horas lleva? –refunfuñaba a la vuelta del colegio Naná, que con quince años se asombraba de que alguien quisiera perder el tiempo con la pesada de su madre.
Desde que te has ido al colegio –afirmaba Tatá desde la cama, orgullosa de su niñita.
¡Qué niña más rara! ¡Y será que no tiene madre!
Nena, por favor, ya sabes como están las cosas ahí al lado. ¡Es tan buena! Se ha pasado la tarde mirando revistas conmigo y recortándolas.
¡Pues menudo aburrimiento!
Ya verás. Esta niña será periodista o, quién sabe, tal vez escritora.
¡Anda mamá! ¡Y yo princesa de Mónaco!


Naná no soportaba a aquella cría que se metía en la cama de su madre, que se pasaba las horas muertas con ella, jugando, escuchando los cuentos y las histo-rias que ella había escuchado antes y que ya no recibía. Su madre y Raquel, es-tuvieron casi cinco años, tejiendo historias las dos juntas. La imagen le producía una rabia que no podía controlar aunque no sabía bien por qué. Sin embargo, la niña nunca se sintió molesta en aquella casa, su refugio contra las bombas ame-nazantes, las restricciones de cariño y el frío devastador. Nunca le pareció inco-modar a Naná, e incluso aprendió a ver a ésta como a una hermana mayor. Aun-que para entonces su nueva familia estaba incompleta, pues Amó ya se había ido al cielo.

Cuando Raquel cumplió cinco añitos, sus padres tenían reunido el dinero sufi-ciente para independizarse de los abuelos y mudarse a otra casa. Para huir de aquella guerra. Se fueron a vivir muy cerca, en el mismo barrio. Tenían noticias de Tatá y Naná todas las semanas. A Tatá la veían todos los domingos en misa. Hasta que un día tocó despedir a Tatá. Raquel adolescente no supo decirle adiós. O no quería. O tal vez fue Tatá que no quería irse del todo, que no le decía adiós. Ahí estaba desde siempre arrullándola con sus palabras aunque la adolescente la ignorara: No estás sola Raquel, estoy aquí, siempre a tu lado. Cógete, tápate mi niña.

Tatá aparece por sorpresa muchos, muchos años después, en el ovillo de carne y huesos que Raquel hace con un hombre del que sólo sabe su nombre y su oficio; un hombre al que cree bueno. Tatá bella y elegante como siempre, hermosa en su ternura, le dedica una sonrisa mientras le extiende los brazos, para que ella acu-da. Valiente, Raquel aparta al hombre que la cubre con dulzura, para brindarle el adiós merecido a una madre, consciente de que ésta seguirá ahí para siempre.

                                                                                                                           (A Tatá y Naná)