Para cuando tú regreses
los árboles de mi ciudad
ya habrán aceptado su derrota.
Sedientos rendirán sus hojas
de enfermo amarillo
al calor de asfalto.
Para entonces,
para cuando tú regreses,
habrán ardido bosques
naufragado más pateras
abandonado perros
y los muertos seguirán acaparando
la atención de los vivos
-aunque no más de lo prudentemente necesario-.
Para cuando tú regreses,
el mundo será algo más ingrato,
habrá derretido voluntades
y un número impreciso de seres
habrá pasado a engrosar la lista
de los descorazonados.
Para cuando tú regreses,
la parte que de mí no te llevaste,
ya sabes dónde estará
y cómo.
Donde me dejaste.
Mi piel, mi corazón
henchidos de esperanza
vivos de deseo.
Precioso texto...me conmovió.
ResponderEliminarUn abrazo.
Neogeminis: celebro que te gustara. Gracias por dejarme el comentario. Me anima a seguir escribiendo. Un abrazo.
ResponderEliminarhenchidos de esperanza, vivos de deseo, eso me gusta
ResponderEliminarGracias Santiago. Todo un honor tenerte por aquí y queteguste algo de lo que escribo.
ResponderEliminarPara cuando tu regreses, todo estará un poco más caduco, un poco más deteriorado, un poco más deshumanizado y, sin embargo, mi esperanza, mi deseo de tí, seguirán intactos, como si el tiempo transcurrido no hubiera pasado, como si se tratara tan sólo de un instante. Precioso, delicioso, magnífico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uy, Pepe! Pues si te habías leído también esto! ¡Qué sorpresa! Gracias guapo, celebro que te gustara.
ResponderEliminarDame un abrazo sí.