Últimamente
no hay tiempo para hacer la compra
y la nevera está famélica.
Amarillea día a día
desnuda de nutrientes.
La casa acumula rincones
de suelos y muebles sucios
de ropa desahuciada y
de flores secas.
Los amigos ya no llaman
ni son llamados. No son necesarios.
Se abandonan padres. Es ley de vida.
Se olvidan hijos. Es inconsciencia.
Y los perros languidecen
esperando esa hora que nunca llega,
a nuestros pies,
mientras nos incendiamos,
mientras nos penetramos,
mientras nos contemplamos
jadeantes coger fuerzas
para de nuevo enroscarnos
en ese deseo voraz de nuestros poros.
Maravilloso poema. Y mi verdad ha sido, va siendo menos, no sé si para bien o para mal. Un abrazo.
ResponderEliminarK cierto y k triste además, pero a veces se nos despierta la conciencia y somos capaces de reccionar en algo. Poco a poco.....N.G.M.
ResponderEliminarPiecitos: celebro que te guste. Abrazos.
ResponderEliminarAnónimo: ¡Qué triste que te escondas en el anonimato! Nada que decirte. No me gusta hablar con las paredes.