domingo, 24 de abril de 2011

Noticias y anécdotas del Día del libro y la rosa, de la Diada de Sant Jordi (I)



   Dicen las noticias que Sant Jordi venció ayer en Barcelona. Sant Jordi venció ayer a los pronósticos y amenaza de lluvia y a la semana Santa. Lució un sol espléndido y las calles se llenaron de gente y bullicio. Como reza la noticia en “elPeriódico” hoy, se produjo “el milagro de Sant Jordi” y sigue: “Será porque los catalanes tienen tan interiorizado el ritual del libro y la rosa, que la fiesta más viva y espontánea del calendario puede con lo que le echen. El caso es que al final, de desastre nada”. Y sí, doy fe de ello.   Fue un milagro de día.
   Ya llevo tres años sin recibir rosa ni libro de esposo-novio-pareja-churri-ligue-rollito o amante, ni nada que se le parezca, para tan señalada fecha.  Ahora bien, yo no me quedo sin celebrar una de mis fiestas preferidas. Y no porque me gusten las rosas, que como os versé el año pasado en este blog (http://aunqueseauninstante.blogspot.com/2010/04/paso-sant-jordi.html), prefiero las margaritas o las amapolas, por poner ejemplos.  No, lo que me hace ilusión a mí es pasearme por puestos y más puestos de libros, comprarme alguno, tener el placer de estar un minuto con alguno de mis escritores admirados y que me eche una firma. Pues bien, ayer me regalé tres libros que ya tenía más que escogidos. Ninguno de ellos fue éxito de ventas del día, dicen; parece que el ganador en catalán y castellano fue Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, de Albert Espinosa. Sin embargo, comentan que otro indicador de éxito, es tener las colas más largas para ser firmados. ¡Ajá! Ahí estaba yo señores, con Inés y la alegría y Caligrafía de los sueños  cuyos autores, Almudena Grandes y Juan Marsé, respectivamente tuvieron la bondad y generosidad de recibir un chaparrón de gente que quería ver estampada su firma en su libro. Y también compré Lágrimas en la lluvia de Rosa Montero. No compré pero lo llevé para que me lo firmara su autora, Elvira Lindo, Lo que me queda por vivir, del que ya os he hablado en este blog (http://aunqueseauninstante.blogspot.com/2011/01/lo-que-me-queda-por-vivir-elvira-lindo.html).
   Y nada, lo que quería escribir sobre ayer, es que fueron unos instantes preciosos los que viví con estos autores. A veces me siento imbécil por pedir a los autores que me firmen. Me siento una idólatra plomo, una supersticiosa y hasta me avergüenza pedirles su firma. Ayer estuve a puntito de irme sin hacerlo, pero me quedé en la cola, según lo planeado, por costumbre, o qué sé yo por qué. Mientras hacía la cola para Almudena Grandes y Marsé, estaban los dos juntitos en la misma carpa, pensaba en lo que les iba a decir.
   A Juan Marsé quería felicitarlo  por Rabos de lagartija, primer libro que leí de él que me impactó y que me hizo enamorarme del autor. Contarle, según como lo viera de receptivo, que tengo en casa un ejemplar de la primera edición de su primera novela Encerrados con un solo juguete (1960) que firmó en su momento para un amigo íntimo de su hermano, que resulta ser mi tío Julio que muy generosamente me regaló la novela cuando yo se lo pedí. No me acordé para nada del Premio Cervantes, pero supongo que ya hubo quién le felicitó por eso. Bueno, más bien no me acordé de nada. El efecto autoridad o mejor, de escritor consagrado, de Almudena Grandes primero, y luego de él, Juan Marsé, me anubló y mira que lucía un sol que me quedé en camiseta de tirantes; pero sí, la cabeza se me nubló. Ya en la cola me decía yo pa mis adentros que qué coño les iba a importar a estos sublimes escritores lo que yo pensara de su obra, ni de los efectos que habían tenido en mi persona o en mi escritura, ni de lo que me inspiraban. Y aunque yo pensaba eso, seguía en la cola y no me iba para casa, o a una terracita, a disfrutar de las obras de arte adquiridas a módico precio (sí, de verdad,  los libros NO me parecen caros)… Así que no preparé lo que iba a decir y encima ya había minado mi autoestima con semejantes suposiciones.


A Almudena Grandes quería decirle que me encantó su libro El corazón helado; decirle que a mí no me cansa leer libros sobre la guerra civil española y todo lo que la rodea hasta nuestros días; decirle que me encanta que vuelva a hablar de ella en su último libro y que se haya propuesto escribir más sobre el tema.   En fin, de repente tenía a Almudena Grandes enfrente preguntándome para quién era el libro y cómo me llamaba. Yo me quedé petrificada. Le dije que era para mí, le di mi nombre y me echó una firma simpática. Casi me iba sin decirle nada pero consiguió desbloquearme con una sonrisa franca y fresca, y con un comentario cariñoso y simpático sobre mis pendientes. Los que me conocéis sabéis que es mi "alhaja" preferida, que raramente repito los mismos pendientes dos días seguidos, que pienso en los pendientes que van a ir bien con mi ropa o estado de humor y que tengo pendientes que sólo luzco simbólicamente en ocasiones señaladas. Así, para Sant Jordi me cuelgo los pendientes que imitan rojos pétalos de rosa, tan bien, que la gente me pregunta si son pétalos de rosa. No, son de tela. A punto estuve de regalárselos, pues no dejaba de alabarlos, pero no sé, no lo hice. Eso sí, sus palabras me dieron el empujoncito para darle las "gracias por escribir sobre el tema" (así lo dije, literalmente) y animarla con la tremenda empresa que se dispone a afrontar, escribir seis novelas independientes  sobre la guerra civil española y que comparten el mismo espíritu y denominación: “Episodios de una guerra interminable”.  Como ha comentado ella misma: “Si he querido llamarlas episodios ha sido para vincularlas más allá del tiempo y de mis limitaciones, a los “Episodios nacionales” de don Benito Pérez Galdós. No se trata, sin embargo, de grandes batallas, como Trafalgar o Bailén. Los episodios que yo he podido contar son historias igual de heroicas pero mucho más pequeñas, momentos significativos de la resistencia antifranquista, que abarcan, desde perspectivas muy distintas, casi cuarenta años de lucha ininterrumpida, un ejercicio permanente de rabia y de coraje en el contexto de una represión feroz. Una determinación tan firme que durante muchos años pareció un suicidio, pero sin la cual nunca habría llegado a ser posible la España aburrida, democrática, desde la que yo puedo permitirme el lujo de evocarla.” Y no me atreví a darle un beso ni un achuchón pero os juro que eso es lo que hubiera hecho. Y de este monstruo de las letras, me puse en la cola de al lado para afrontar al monstruo de los monstruos, Marsé, todavía temblorosa, con el estómago encogido y maldiciéndome por haber desperdiciado la ocasión de agasajar a Almudena como se merecía. 


Me regaló esta dedicatoria:
"Para Mar, esta historia de amor y de rosquillas, con mucha alegría y un beso"



         
                                                                              


                                                                                           (To be continued…)

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por el éxito del día de S. Jordi y por esa determinación en la firma de los libros, cuando pasa el tiempo es un bonito recuerdo añadido a la lectura.
    Un beso

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  2. Mar a mi tambien me encantó El corazón helado, Almudena Grandes es una de las escritoras que desde el primer libro que publicó me engancho, !que suerte que te firmara!
    Espero ese To be continued....
    Un abrazo fuerrrrte.

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  3. Hiciste bien, el que algo quiere... Pero sí que se queda uno cortado cuando está ante alguien que admira mucho.

    Y esos pendientes los imagino de lo más atractivos. Besos

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  4. Me gustó mucho Ines y la alegría. Lástima que yo no lo tenga firmado por la autora. Me parece que a los escritores les gusta sentir el calor y la admiración sincera de sus lectores. Es una justa recompensa. Por cierto, El corazón helado, sublime. Me temo que inigualable.
    Gracias por tus recomendaciones y tus comentarios literarios.
    Una gran sonrisa republicana.

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