domingo, 23 de mayo de 2010

De la teoría de los seis grados de separación. Primer ejemplo.


El verano pasado conocí al escritor Juan García Campal. Con aquel encuentro llegaban multitud de encuentros, regalos de la vida. Él me invitó a las Jornadas Literarias que la Asociación de Escritores de Asturias celebró en Pravia en noviembre de 2009. Allí conocí a varias personas y escritores; con unos cuantos intercambié direcciones de correo electrónico. Vía e-mail, me escribo regularmente con tres: Celia Álvarez, Santiago Bertault, y  José Luis Espina. De vez en cuando hablo por teléfono con Celia y a José Luis, que vive relativamente cerca de Barcelona, lo veo bastante. Mi admiración, aprecio y gratitud hacia los tres lo saben de sobras.  Los tres son personas totalmente diferentes y extraordinarias cada una a su modo. Eso, si me permitís que me eche yo una florecita (ya sabéis que con margaritas me conformo) me encanta de mí. Antes no era así. Estaba cargada de prejuicios que me hacían ser muy selectiva, muy exigente con la gente, muy inflexible. Pero he aprendido a abrirme a todo el mundo  tras comprender que hay belleza en cada uno de los seres que habitamos este planeta, todos toditos (yo también, claro) con nuestras virtudes y defectos, con nuestras bondades y maldades (que yo también lo soy, a veces, mala, a mucha honra!). Bueno, después de deciros algo de lo que sobre mí misma me siento orgullosa, paso a hablaros de esas personas que tanto representan para mí en mi vida ahora.
Celia fue un descubrimiento que, cómo explicaros, es como cuando en el mar, en la orilla, de repente te llama la atención una  caracola  pequeñita;  bajas la cabeza, te agachas, la coges… y ¡es preciosa!  Es un tesoro. Así fue con ella.  Ya sabéis los que me conocéis, que si me gusta lo que hace un artista o dice un conferenciante tengo que aproximarlo y decírselo. Así que, me acerqué cautivada por lo que había dicho en su intervención, en las Jornadas Literarias de Pravia. ¿Por lo dicho o por ella? ¿O simplemente atraída por el timbre de su voz que ella detesta y a mí me parece nana, llena de ternura? ¿O fue su sonrisa? Celia me pareció una mujer muy segura y valiente hablando cómo habló en las jornadas de sus cosas, portadora de ese mensaje sobre Luz y Vida, sobre Fe y Esperanza que pocos creen, y muchos arrebaten hoy en día; o que tan pocos entendemos (aquí me incluyo) y por ello dudamos… Celia defendió su causa, su motor de vida y escritura, contracorriente y contra más de uno en la sala.  Desde el primer momento me infundió una sensación de proximidad y acogimiento que, bueno, aún me acompaña. Celia, generosísima, me envío todos sus libros dedicados por correo. Siempre está ahí para darme ánimos, o simplemente para escucharme. A través de Celia Álvarez conocí el blog de Gloria Marsechall, psicóloga que vive en Barcelona y cuyo blog sigo de cerca,  ya que toca temas que a mí me interesan y me ayudan a reflexionar sobre mí misma, los que me rodean y las relaciones humanas.  En alguna ocasión también me he escrito con ella y no descarto llegar a conocerla pues mi amiga Celia (amiguina, como dice ella) va a venir por estas tierras próximamente a presentar su último libro que publicará una editorial de Gerona en junio. Celia aquí, ¡qué alegría! ¿Quién sabe si algún día acabaré traduciendo el libro de Celia al catalán?
Santiago, el Rémora como lo conocen muchos (quizás la mayoría de sus amigos más íntimos) es el más joven de los que conocí en aquel encuentro. Después de la cena del primer día fuimos de copas a un garito del mismo pueblo. Si Celia llegó a mí como una caracola pequeñina y linda que la mar que la mar depositaba a mis píes, Santiago (a mí lo del Rémora no me gusta y nunca me dirijo a él con ese apodo) llegó como canto rodado. ¡Sí, señor! Creo que esa es  la imagen que mejor le va (y seguro que a él le encantara): like a rolling stone. Santiago ha rodado mucho y  ¡lo que le queda por rodar! Creo recordar que Juan ya me había dicho algo de él, o me lo había presentado horas antes… como su ahijado. Sí, sí. Santiago lo llama a él “padrino” y Juan a él “ahijado”.  La historia del por qué, para ellos la dejo, por si algún día quieren compartirla; pero, imaginaros, a mí esa correspondencia de afecto, la complicidad que había entre los dos a pesar de todo lo vivido que les separaba a la vez que unía a los dos, me encantó. Y por aquello de que a la familia de mis amigos, una, normalmente, la quiere de entrada, pues adopté a Santiago como “querido”.  En el garito me partí de risa desde el primer momento. Santiago llevaba alguna cervecita de más. Yo no bebo mucho, pues pierdo el control rápido y eso me asusta; así que me controlo.  Por eso, empecé suave, con Coca-Cola. Pero la sed y la risa, y las ganas de juerga que entre unos y otros me contagiaban…. Me entraron unas ganas de birra…! Y empecé a pedirle traguitos de birra a Santiago y ya después a mangársela directamente. Recuerdo las bromas que se hicieron en la mesa aquella y la broma / cumplido que Santiago me hizo a través del  oído de Juan. Creo que hasta el momento es el piropo más salado y divertido que me han tirado nunca. No lo cuelgo aquí por modestia  y por ser cosas que pertenecen a la “intimidad”. Desde esa noche, Santiago ocupa un trocito de mi corazón. Gracias a él he conocido a grupos de música de los que no tenía ni idea y me han vuelto las ganas de re-escuchar rock y bailarlo y perder la cabeza haciéndolo (como en mis tiempos mozos); gracias a él estoy en contacto con todas las movidas de jovencísimos poetas (libros, revistas, recitales…), sobre todo de Asturias, pero también de Madrid y otros puntos;  además, claro, de con su poesía joven, fresca, directa, descarada, carnal  que a la vez puede ser conmovedoramente cándida y romántica. Gracias a él estoy descubriendo la poesía de otros, conocidos o no: desde José Mª Valverde a Rubén Rodríguez y Voltios. Y, quién sabe si un día conoceré a Voltios o algún otr@ de los muchos que cita en su blog, o de los muchos y buenos blogs que recomienda en su blog. ¡Ah! Se me olvidaba, coño, gracias a él, me atreví a colgar un poema mío en la web y la gente me leyó y me comentó  (y les gustó !) y, gracias a él, me convertí en bloggera. Y dejo ya a Santiago que me quedan dos!
José Luis Espina…. Oye, que… estoy pensando, no sé, a ver qué os parce, que mañana sigo. Que ya estoy muy cansada. Que me he levantado para ver amanecer y que ya me toca sacar a la perra… Que es que José Luis me va a llevar páginas y aún me quedará Juan, capítulos! Todo esto que aquí hay y lo que vendrá mañana o el otro o el otro, que eso de prometer es un vicio que me voy a quitar,  era para ejemplificar la teoría que es motor de vida y arte del fotógrafo del que os hablé el otro día. ¡Sí hombre! Julio Aguilar Díez… Síííí, lo de la teoría que prometí contaros!¡A ver! Los que no hayáis leído esa entrada a la que me refiero, os vais dos entradas más atrás, creo,  y veréis que pone “La esperanza a seis pasos de distancia” y al final de la entrada una foto genial del artista. Bueno, pues él me escribió un e-mail donde me refería a una página de wikipedia ( http://es.wikipedia.org/wiki/Seis_grados_de_separaci%C3%B3n  ) donde se explica su teoría “seis grados de separación”. Ahí lo tenéis todo. No la perdáis de mente. A veces son sólo seis grados de separación, a veces seis pasos de distancia, a veces un instante el que nos separa de un amor, de un encuentro, de miles de personas, de nuestro destino, de la esperanza. Vale la pena vencer los seis pasos, la timidez o los prejuicios y abrirse. Un consejo que me dio Juan, que compartimos, que comparto con vosotros: La vida sale al encuentro. Porque a seis pasos de distancia tenía yo a Julio y no lo veía (menos mal que se acercó!) y a seis pasos distinguí a Juan.


2 comentarios:

  1. Oye, que me voy a poner colorado. Y ya sabes que yo soy un tipo duro (bueno eso no se lo cree nadie).
    Cuidate y un abrazote

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  2. No te habrás enfadado, ¿no? He intentado moderarme y no ser todo lo confesional que podía. No te molestes conmigo, que te quiero mucho. Tú no necesitas ser ni más duro ni menos. Así, tipo Humphrey, estás perfecto. Tal cual, un encanto, triunfarás.
    Gracias por estar ahí y cuidate tú también,
    besos y abrazos my peculiar rollins stone.

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