LA PUÑALADA SALVAJE DEL AMOR
halló de nuevo diana en mi carne.
Son ya demasiadas las heridas
que no cicatrizarán nunca,
que avanzan confundidas
en una lava de pus que me recorre,
aullando, huérfanas para siempre
de causas con apellidos.
Porque la única causa rastreable
perdida en el origen de mi vida
sólo tiene un nombre: Amor.
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