jueves, 10 de junio de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO: ¿HACEMOS DEPORTE?




DEPORTE NACIONAL

Érase una vez un mundo, allá por el año 3001 o así,  en el que el tiempo era valiosísimo y nadie se permitía gastar tiempo.  Era un país riquísimo, pues todo el tiempo de ese mundo lo invertían en formación y trabajo. Pero tanto, tanto se habían esmerado en ahorrar tiempo para dedicarlo a la carrera profesional que se olvidaron de cuidar algunas pequeñas y no tan pequeñas cosas y algunos seres quedaron desatendidos.
Así por ejemplo, habían arrinconado los libros de literatura cuyas páginas con los años se quedaron en blanco pues nadie, nadie, las revivía.
Como  las plantas, las flores, y los árboles consumían mucho tiempo y dinero, optaron por dejarlos marchitarse y construyeron, adoquinaron, cubrieron con falso césped  todo lo que pudieron. Ni que decir tiene que los animales domésticos corrieron la misma suerte. Habían ido poco a poco desapareciendo, por falta de tiempo.  Igual infortunio corrieron animales salvajes, fauna autóctona… Todo suponía malgastar tiempo y dinero, o al revés. Así se inventaron novedosísimos artilugios de pesca con los que se obtenían beneficios muchos más inmediatos y mayores que, como consecuencia, trajeron que el mar se quedara sin muchísimas especies marinas.
No había tiempo para los mayores, que eran un estorbo.  Así que a partir de su jubilación, como ya no producían, se les llevaba a unos  inmensos centros de acogida donde gente muy bien formada, trabajadora y responsable los atendía las 24 horas. Allí los mismos trabajadores les  convencían de su inutilidad y de la conveniencia de hacerse a un lado  para no malgastar tiempo y dinero ni de los suyos ni del estado. Estos mismos solícitos trabajadores, les invitaban, por supuesto con gran sabiduría y tacto, a desaparecer.
Tampoco había tiempo para los niños (uno por familia pues así lo mandaba la ley), que por supuesto eran considerados un engorro para los padres hasta la edad de dieciséis, en que ya podían trabajar. Eso sí, estaban muy bien formados y, obviamente, se les inculcaba con  contundencia la importancia del tiempo.
Y así con muchísimas cosas y seres hicieron los habitantes de ese mundo cada vez más desértico, más gris, más deshumanizado,  en donde esa obsesión por el tiempo, les había llevado  a no tener tiempo ni para el cariño. Cuando por alguna rarísima casualidad, pues no leían literatura ni similares,  se topaban en un libro con una palabra como “cariño”, “ternura”, “amor”, “fraternidad”, “compasión”, “empatía” directamente la saltaban o pasaban por encima de la palabra, el punta-diccionario. Ése era un magnífico invento, cuyo aspecto recordaba a una navaja suiza, que tenía diferentes accesorios entre ellos un diccionario automático, que traducía esa palabra a la lengua de ese mundo, o directamente, por economizar tiempo, si consideraba que la palabra era inútil en el texto, la tachaba.
Un día, un viajero extraño venido de un mundo lejanísimo, de un tiempo lejanísimo (había el hombre inventado una máquina para trasladarse en el tiempo) fue arrestado por la policía del mundo en cuestión, del que estábamos hablando, por no estar haciendo nada con su tiempo, más que deambular por las calles. El hombre  fue llevado a una comisaría para declarar y allí, ni él mismo sabe por qué, se echó a llorar. El comisario que le tomaba declaración no sabía qué hacer, se puso nerviosísimo y con el pretexto de hacer una llamada, llamó a un médico.  El hombre que venía de otro mundo y otro tiempo, se secó las lágrimas y puso una sonrisa. “Sólo estoy un poco asustado y cansado”, dijo. Y añadió. “Deme un abrazo, buen hombre”. El comisario se quedó paralizado en su silla, rígido con la cabeza para atrás y las manos agarrando fuertemente  los bordes de la silla. No fue capaz ni de gritar socorro. Para cuando llegó el equipo médico de urgencias solicitado (dos minutos más tarde),  los dos hombres seguían abrazados, el comisario ya más tranquilo; lloraban los dos.
El extranjero se fue y, con el tiempo (una semana), el comisario, que era un poco holgazán para ser de aquel mundo, dedicó un par de minutos de un sábado a rememorar aquel abrazo que él, objetivamente hablando, consideraba que había sido beneficioso, pues desde aquel día conseguía sacarse más trabajo de encima y mejor. O sea que, aprovechaba más el tiempo.  Pensando en ello, otros dos minutos al día mientras se cepillaba los dientes, consideró las ventajas del abrazo y cómo se podría introducir aquello en su sociedad, su mundo.  Decidió que lo presentaría a la Junta de Evaluación por el Aprovechamiento del Tiempo. Allí alguien recordaba la palabra deporte, aunque no recordaba bien su significado. Era algo como actividad física, que requería un entrenamiento… Con beneficios para el cuerpo y la mente… Sin duda el abrazo, era un deporte y serviría para mejorar las condiciones de trabajo con lo que se obtendría mayor provecho del  tiempo  y mejoras en la producción.
El abrazo pasó a ser el deporte nacional y el comisario fue el encargado de redactar las normas y crear la primera escuela de formación para abrazadores. Durante unos años un pequeño problemilla, un daño colateral, hizo algo de sombra la deporte; y es que algunos se viciaron del abrazo y lo practicaban en sus casas a escondidas con lo que aumentó ligeramente el número de niños y  los ancianos se negaban a desaparecer. Pero la escuela formadora de árbitros de abrazo erradicó prácticamente el problema.
Sí, era un mundo muy, muy diferente al nuestro, mi niño. Venga, apaga la Nintendo y dame un abrazo.
                                              (Por el tiempo que me regalas)

14 comentarios:

  1. Y es que perdieron la práctica del deporte de abrazar como se debe, conste, sin ahogar, y tenían estilo torpe, perdían el tiempo ensayando de noche, haciendo más que abrazos, diciéndose raros arrumacos !No podía ser! Basta y se acabó el abraceo que hoy está de moda. Viste que te abrazan desconocidos/as en Puerta del Sol y en Plaza Cataluña y..., así por las bravas, por simpatía, toca buen rollito que te deja atontada, tampoco hay que irse al otro extremo. Mala pesadilla expones, Mar, un relato para no dormir ni abrazados, contundente desierto de humanidad este futuro repelente. Un abrazo cariñoso y verdadero.

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  2. Me encanta la foto de tu mama. Besos, Helen

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  3. Venía dispuesta a leer y comentar sobre tu visión del deporte para este jueves (que desde ya me ha encantado con ese final tan emotivo)...pero me quedé conmovida por la maravillosa imagen de tu madre que has puesto allí arriba. Preciosa manera de recordar a alguien amado que, por lo que veo e intuyo, debió ser capaz de disfrutar la vida a pleno. Bien por ella!...y bien por vos por la calidez de tu recuerdo.


    Un abrazo.

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  4. Pues de debiéramos llegar al año 3000 para practicar el abrazo, que por desgracia está cada vez más devaluado.

    Buen deporte, si señora.

    Abrazos triples, que siempre puntúan más.

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  5. Es claro que el abrazo, la sonrisa, el gesto amistoso, la palabra amable, son deportes que no deberíamos dejar de practicar por lo beneficiosos que resultan para la salud. Viendo la foto de tu madre intuyo que te inculcó su amor por todos estos deportes.
    Aunque me ha gustado tu relato, no me gusta el desolador paisaje que se percibe en el mismo.
    Un abrazo.

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  6. Tristísimo ese mundo que nos has descrito pero que yo no veo tan lejano, creo que lo tenemos muchísimo más próximo, y muy enternecedora la parte en que surge el abrazo, algo tan sencillo pero que puede ser el comienzo de un mundo mejor.
    Y para terminar: ¡Venga, un abrazo!.

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  7. Hola amiguina.
    Me alegra mucho no estar en ese momento. En ese año 3000.
    Particularmente me encantan los arrumacos, los besos, los abrazos...
    Hoy, tu narración me parece ingeniosa, futurista con toque tal vez adivinatonio (nunca lo sabremos, los presentes)
    Pero... para un acontecimiento literario, tal vez resulte un tanto largo.
    Te lo digo con todo mi cariño y sinceridad. Pienso que es mejor resumir un poco, aunque quede menos "lucido".
    ¿Perdonas mi osadía?
    Un besín, amiguina. Y esa madre tan guapa y tan dinámica... no la quites nunca de tu cabecera de página.

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  8. Gracias a todos por pasaros por aquí y dedicar un tiempo a leerme.
    Te agradezco muchísimo el comentario, Celia. De verdad. Tomo nota. A mí también me parecía demasiado largo.
    Es que yo de lo que quería hablar era de abrazos y no de deporte :) Claro hasta que he conseguido aunar las dos cosas. ¡Anda que no me ha costado!!!!
    Gracias amiguina y besos,
    Mar

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  9. las casualidades de la vida, mar...ultimamente y p0r raz0nes de trabaj0, casi s0l0 que le0 l0s jueves...clar0, p0r es0 ha sid0 casualidad el hech0 de que haya vist0 a su niñ0 de usted y a usted misma...
    y clar0, si a su niñ0, a juzgar p0r la entrada del jeves, l0 duerme c0n es0s cuent0s, n0 me extraña que te c0cie la cena, n0 me extraña que te haya m0strad0 a l0s clasic0s y a la musica clasica y a 0tr0sss
    per0, clar0...a mi me parece que ahy am0r a raudales entamb0sssssssss
    medi0 bes0, mar.

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  10. Gracias Gustavo. Pero que no es un chaval repelente pelota y faldero, eh? Que hoy mismo se me ha largado de jega, aquí me quedo yo sola pa cocinarme a mí misma y mañana ya veremos a qué hora me aparece. Pero qué guay: ¡Juventud, divino tesoro!
    Lo que pasa que el día de la entrada me propuse sólo explicar lo bueno.
    Oye, que gracias y un beso de buenas noches!

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  11. Mar, precioso relato. Tierno y afectivo. Y sobre todo me ha encantado a quien va dirigido, a ese hijo del alma que tanto nos llena.
    Dame un abrazo amiga y toma el mío.
    Enhorabuena.
    besos

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  12. Gracias Mª José. Que nunca perdamos la capacidad de abrazarnos y dejarnos abrazar. Besos,
    Mar

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  13. Definitivamente no quiero un mundo así, acabo de apuntarme en casa de Any a las risas como deporte, a este también me apunto sin duda alguna, muy bien descrito, extructurado y el contraste del relato entre el principio frio de esa sociedad, con el final dedicado y tierno es impactante, muy bueno, si señor, me ha gustado mucho, así que ven que te achuche que se me ha antojado!!!!

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  14. Susurros de tinta...? Que nombre más sugerente--
    venga ese abrazo!

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