Muerte por deseo
A las ocho de la mañana me despierta en el tren un calambre de deseo que arranca de mi vulva, sube por la vagina, me atraviesa el útero y llega hasta la mismísima boca del estómago. Los párpados se enrollan de golpe, bruscamente, como si tirara de ellos un mecanismo oculto. Percibo mi sexo húmedo y mis pezones erectos. Me estremece su roce contra el sujetador. Sospecho que ahora mis pupilas deben de estar tremendamente dilatadas ante la sorpresa de mí misma, de mi cuerpo, como las de un furtivo al ser descubierto. Ahogo el grito que invade mi conciencia: ¡Estoy viva! Un sol devastador entra por la ventanilla con la fuerza de todos los desiertos. Y es hambre y sed de sexo lo que me impulsa a apearme de este tren hacia el oasis de una habitación y un cuerpo.
Decido apearme, sí. Yo misma no sé ni por qué estoy aquí. Levantarme por inercia; trabajar por inercia; vivir por inercia. Todos los días conectada a la máquina del deber que me alimenta y me obliga a seguir. Decido desengancharme de ese odioso mecanismo congelador. Me arranco en un arrebato todas las sondas que sostienen mis constantes. Me bajo tambaleante de este tren y empiezo a embestir como un toro herido de muerte calle Muntaner abajo. Excitada, noto todavía el apremiante ardor que sube de mis labios, atravesados por varias banderillas. Acierto a parar un taxi para entrar en él, y sin vacilar balbuceo la dirección de un cuerpo. Por suerte la mujer taxista permanece callada todo el viaje. No me veo capaz de pronunciar una sola palabra o de construir una sola frase coherente. Llegamos. Me bajo con dificultad. Me doy cuenta de que me he olvidado de pagar, pero no regreso. No sé si la conductora me llama; no oigo nada. Sólo percibo el aliento susurrante de un hombre amándome. Camino a tientas.
Estoy a apenas cinco metros de la entrada principal al oasis. Y sé que ahí estará él. Sexo, manos, piernas, dientes, pecho, brazos, cuello, espalda, nalgas, uñas, boca, lengua. Agua. En su altillo, en su cama; ahí estará él, sudoroso, extendido. El ignífero cuerpo sobre la tibia sábana blanca. Sexo, piernas, pies; pecho, brazos, abdomen y cara. Embriagada por el puzzle de ese cuerpo, empiezo a cruzar la calzada. El verano ahoga. El sol ciega. Me ciega. Vislumbro el fuego de su cabellera a lo largo de almohada. Pestañeo. Me arrolla un coche. El conductor se baja gritando. Noto cómo me incorpora la cabeza. Cabeza, cara, boca, dientes, lengua. Y me aparta el pelo de la frente. Su pelo es negro. Carbón... Pelo, ojos, sienes... La frente... Llora. Lágrimas, sal... Sexo. Lágrimas de sexo. Me estrecha contra su pecho. Este hombre moreno que está helado, que hiela, me acerca al galope de su corazón: Corazón, corazón... Corazón, corazón... Corazón, corazón. Carbón encendido… Su abrazo de horror, soga que me ahoga. Parece percatarse porque me separa leve y delicadamente de sí. Me mira, me observa de muy cerca. ¿Habrá dejado de llorar? Ya no lo oigo. Ya no lo veo. Creo que un beso me roza los labios. Un beso de lágrimas. Me baja los párpados. El sol se cierra. Mi sexo se ha secado.
(de mi libro de relatos "Al Amor no se llega en taxi")
Más libertades en casa de mi querido incendiario GUS
GENIAL, MARAVILLOSO, ORIGINAL, INCOMPARABLE........
ResponderEliminarBueno, bueno, lo he leído de un tirón y cada vez iba más deprisa pues me urgía ver el final, que podía ser cualquiera, menos el que le has dado....
Un guión perfecto para un "corto".
Enhorabuena, eres un genio.
Estoy de pié y pals, plas, plas, un caluroso aplauso!!!!!!
Besitos, princesa!!!
Pues no se que decir... todavía estoy en la acera de enfrente viendo la escena, adivinando la vida que se va poco a poco, al tiempo que soñaba con la plenitud y el éxtasis. A un paso del Amor imaginado que se adivina, mientras los ojos permanecen encendidos.
ResponderEliminarEspero leer ese libro algún día.
Besos
"Si he de morir que sea de placer", me ha llegado hasta el sonido interior de la mujer, ese sonido del palpitar sordo que sientes en en interior de la cabeza y que no te permite escuchar nada más, casi ni ver o sentir...
ResponderEliminarBravo, compañera!
Beso.
Hasta el ultimo de nuestra vida esa parte de nuestro cuerpo hay que regarla mucho para que no se seque.
ResponderEliminarMe encanto mucho el relato, muy emocionante.
Primavera
A esta pobre la arrolló -literalmente- el deseo desmesurado! jajjaja...está visto que los excesos...no llevan a buen puerto1 jajajaja
ResponderEliminarMuy buen relato.
abrazos!
Mar, discrepo de Neo, el deseo ha de ser desmesurado para ser cierto, mejor si logra el exceso aunque se pierda el norte y la vida.
ResponderEliminar!Chapeau! Tengo gran respeto por la literatura erótica, la considero un género de los más dificiles, complicado para no excederse en los adjetivos, intensísimo para comunicar deseo, sexo sin paliativos y a la vez conseguir una história, algo más que mera descripción de sexo, ha de explicar personas. Te felicito sinceramente, lo has conseguido, me encantará leer ese libro, si me dejas, promete mucho.
Petons, amiga.
Intenso relato que se lee casi sin respirar, contagiada de la urgencia de la narradora.
ResponderEliminarSorpresas nos trae este jueves anárquico, como encontrar un texto tan potente y erótico como inesperado.
Hola Mar, el deseo impregna de erotismo la última estación donde para el tren del olvido...en la lbertad...gracias por sacarnos del túnel....buena tarde, besos.
ResponderEliminarGuauuu! El ritmo desenfrenado de la escritura me produjo un desenfreno en la lectura. Muy Bueno.
ResponderEliminarQuizás no sea una mala forma de morir, al contrario, es un buena manera de hacerlo.
Besos
Luna: tus aplausos me honran. ¿Tiene final? Un corto? síiiiiii Con lo que me gusta el cine. ¡Ya quisiera yo! Besos a ti también.
ResponderEliminarAlfredo: ya te doy una copia cuando vengas por estas tierras. no sé si nunca se verá publicado.
ResponderEliminarVerónica: sí, es eso, ese palpitar sordo que tú dices... UN abrazo compañera.
Primavera: tú siempre pensando en lo del riego... Jajaja Besos
Neogeminis: me alegro de que te gustara. Muá
ResponderEliminarNatàlia: hala, xagerá! ¿Literatura erótica? ¿Pero tú crees? No sé, no me planteaba el género. Hubo otra persona que me lo dijo. Empezó siendo un libro de búsqueda personal mía, para pasar página, para cerrar heridas, que se fue alargando. Es un libro sobre el amor y el Amor. Sobre una mujer infeliz obsesionada con el amor. Quiere serlo. Creo que son relatos. También hay quien lo ha leído y ha dicho que esto no son relatos. Con mucho gusto te lo regalo. Ven a buscarlo tú misma :)
Bueno Teresa, eso es lo que pretendía transmitir esa urgencia. No he leído casi nada de este jueves. ¡Allá voy!
Don Vito: ¿pero yo le he sacado a usted de ningún túnel? Besos
Gambetas: ¿Tú crees que ella muere? Un abrazo
ResponderEliminarufff,una preciosura.Una delicada y fina telaraña armada por esta sutil ventruda que logra insisivamente mostrarnos el arte de tejer.Asi se hace Mar,en torrente,en diluvio o en el silencio de nuestros torrentes sanguineos dandonos contra el pecho.Y el pulso,su pulso,el latido ese de su corazon?ya esta,una libelula que pasaba se lo llevo.
ResponderEliminarcariñitos
Extraña mujer salida. Un abrazo.
ResponderEliminarAñado MAR, "el bien más preciado es la libertad...alza las banderas..."del erotismo, te leeré no te escapas, y será pronto (vete imprimiéndolo) ¿vale? Petons molts.
ResponderEliminarCoincido plenamente con Natali. Intensa tension erotica a lo largo de todo tu galopante relato. Dominada por la urgencia, buscando sofocar aquello que la consume. Lastima que no llegara a consumarlo y la muerte desbaratara ese intimo anhelo de ser satisfecha.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego cuando sienta ese deseo loco, me tentaré la ropa antes de intentar satisfacerlo..jajja.
ResponderEliminarMuy buen relato de tintes eróticos.
Un beso
Yonky: ¡pero qué lindo lo que aquí me dejas! Gracias mil
ResponderEliminarKenit: no me parece extraña. Al menos no por sus emociones; quizás por sus acciones. Pero la entiendo. Bienvenido
Natàlia: me dejaré; no pienso escaparme...
Pepe: Murió? Cómo? Del todo?Un abrazo
Mª José: ¿Por qué? ¿No crees que le saliera bien?
Un beso